sábado, 23 de abril de 2016
CONCILIO DE TRENTO
El Concilio de Trento tuvo especial importancia en el paso del Medioevo a la Edad Moderna. Fue un concilio ecuménico, esto es, una reunión de los principales cargos de la Iglesia para tratar temas eclesiásticos convocado por el Papa y que repercutía a toda la cristiandad. Concretamente lo convocó el Papa Paulo III, no sólo para responder a la Reforma protestante sino también para fijar el dogma católico tras la degradación y crisis a que había llegado la Iglesia católica en el siglo XVI.
El Concilio se desarrolló entre 1545 y 1563, pero no de forma seguida, sino con interrupciones, que permiten dividirlo en tres etapas:
-De 1545 a 1547. Se inaugura el Concilio, donde destaca, pese a la mayoría italiana, la representación española y su formación. La amenaza de una epidemia de peste obliga a suspender la reunión.
-De 1551 a 1552. Con Julio III. Destaca la numerosa presencia alemana. Carlos V sufre la traición de su aliado Mauricio de Sajonia, que se alía con los protestantes y ataca al emperador en Innsbruck, por lo que se vuelve a suspender la reunión conciliar.
-De 1562 a 1563. Con Pío IV. Ya no hay representación alemana ni reformista y se concluyen los temas.
En el Concilio había dos posturas enfrentadas: una, que proponía una actitud conciliadora hacia los protestantes para llegar a un acuerdo, y otra, la intransigente, que acabó por ganar.
Los dogmas concluidos, si no eran nuevos, se aclararon con respecto a ambigüedades anteriores, aportando una mayor unidad a la doctrina católica y oponiéndose a las ideas protestantes, con lo que el Concilio resultó la ruptura definitiva de ambas tendencias.
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